La peor de las guerras no es la que enfrenta a países vecinos o de distintas culturas, lenguas o religiones, sino la que enfrentan hermanos y hermanas, padres e hijos. Cuando un país es dividido por ideales políticos y religiosos. El 17 de julio de 1936 comenzó una guerra que duraría hasta el año 1939, enfrentándose el bando republicano y el bando franquista. El primero estaba constituido por el gobierno legítimo de España, apoyado por el movimiento obrero; el segundo organizado por los militares sublevados, apoyados por las fuerzas de ultraderecha o fascista y las clases altas.
El resultado fue la victoria del bando nacional liderado por Franco, quien se sublevó y fue apoyado por la Alemania Nazi de Hitler o la Italia Fascista de Mussolini, y una dictadura que duró 40 años, donde España se rezagó respecto a Europa y el mundo y estuvo apartada en los ámbitos más importantes.
No voy a explicar cuales fueron las causas, los motivos por los que se llegó a tan dramático acontecimiento. Sería demasiado largo y complicado. Buscad e informaos de lo que pasó realmente. No intento hacer un estudio de ello, pero que no caiga jamás en el olvido este espantoso suceso que cambió para siempre el rumbo de nuestro país y las vidas de sus habitantes, que murieron, huyeron y cambiaron de residencia o su forma de pensar para sobrevivir.
Las guerras no sólo destruyen casas o pueblos, ni conlleva a que mueran personas inocentes. Lo terrible es que matan el espíritu humano de las personas, mucho más difícil de recuperar que la reconstrucción de un país entero.
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