AL FARO
Prendí la luz del faro y su fuego
sin la ayuda del mar.
No hicieron falta navíos perdidos
en la espesura de la noche blanca.
Pero fue preciso perderme anoche.
Preciso perderme en la tragedia
que tras el mármol pentélico yace
aquello que fue beso,
aquello que fue sueño
y vivieron de sueños.
Preciso perderme en la tragedia
que descansan tras un mármol pentélico
mis hermanos y hermanas,
y se olvidan cruelmente
de su cuna de nácar.
No se olvida un hermano
pero tampoco se olvidan de mí.
No es fácil olvidarse de mí.
Enterrarme a mí es como sepultar
todo un cosmos; pero cuando me exalto
a mí mismo lo hago también con todos
los hombres y mujeres;
para todos los hombres y mujeres.
Pero cuando digo que es muy preciso
perderme en la tragedia,
sea naufragio de navíos sin rumbo
o aves de papel caídos
bajo el arcoíris de la ola marina,
lo es por la tragedia humana y divina
que conlleva la muerte.
La muerte, tan desleal, es silenciosa
cuando cercena palabras y amores;
ave rapaz de las noches mortales.
Si muero mientras duermo...
¡oh Dios, si voy muriendo mientras duermo,
mantente despierto!
Yo necesitaré una luz cálida...
Aún así, quiero dormir junto al faro
si acaso no llegaras a tiempo.
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